No temo que me contradigan al considerar, y por lo tanto considerarnos, más feliz y más bella a la generación nacida entre 1970 y 1975. Éramos más felices porque teníamos el consuelo de contenidos televisivos que no eran perjudiciales, sino todo lo contrario... Les debemos mucho a los dibujos animados de aquellos años, porque transmitían mensajes subliminales sobre la diferencia entre el bien y el mal. Y hacer comprender a un niño el concepto del bien y del mal no es tarea fácil.
Nuestros dibujos animados lograban lo que probablemente no lograban las enseñanzas escolares. Las imágenes superaban las explicaciones de nuestros maestros. El buen líder, el héroe que luchaba contra los monstruos a costa de su vida, episodio tras episodio, representaba lo que más anhelábamos: ser nosotros mismos héroes, salvar a un amigo, a nuestros padres, identificarnos con el bien que vencía, precisamente, al mal.
La lista sería larga: de Grendizer a Great Mazinger, de Steel Jeeg a Gundam, de Casshan a Polimar, de Baldios a Daltanious, sin olvidar Getter Robo, Bem y el fantástico Tiger Mask. Lady Oscar, Charlotte, Heidi, Candy Candy.
Pero todas las historias tenían como objetivo que el bien venciera. Dicho así, parece que mi referencia es escatológica, religiosa, pero lejos de mí está representar a nuestros héroes como santos. Simplemente fueron una ayuda para nuestro crecimiento, dándonos un sentido de justicia y lealtad. Hoy en día, las nuevas generaciones no tienen ejemplos en los que apoyarse, desde Winx Club en adelante, la degeneración que ha acompañado la infancia de los nuevos jóvenes ha visto la participación, ni siquiera demasiado implícita, de dibujos animados dedicados al hedonismo, la superficialidad y la banalidad. Quizás, o más bien, probablemente, no todos hayan alcanzado hoy el pico de felicidad y despreocupación de aquellos años (los que no lo han conseguido, quienes han vivido desventuras y dolores, quienes se han detenido antes), pero quienes aún están ahí, cierren los ojos por un momento y abandonen a las hazañas de aquellos que, luchando contra monstruos y robots, espadachines y adversidades, han mejorado, aunque sea por un breve periodo, nuestra vida.